Cuenta la historia que habÃa un niño con muy mal carácter. Su padre le dio un saco de clavos y le dijo que clavara uno en la cerca del jardÃn cada vez que perdiera la paciencia o se enfadara con alguien…
El primer dÃa clavó 37 clavos, pero durante las siguientes semanas, se esforzó en controlarse y dÃa a dÃa la cantidad de clavos que debÃa clavar, disminuyó. HabÃa descubierto que era más fácil controlarse que clavar clavos…
Finalmente, llegó un dÃa en el que ya no necesitó clavar más clavos y satisfecho fue a ver a su padre para decÃrselo…
Su padre lo felicitó pero le pidió que, a partir de ese momento, quitara un clavo por cada dÃa que no perdiera la paciencia. Los dÃas pasaron y finalmente el niño pudo decir a su padre que los habÃa quitado a todos…
El padre, llevó al niño hasta la cerca y le dijo: Hijo mÃo, te has comportado muy bien, pero mira todos los agujeros que han quedado… Esta cerca ya nunca será como antes. Lo mismo ocurre con las personas. Cuando discutes con alguien y le dices palabras ofensivas, le dejas una herida como ésta…
Autor: anónimo
Fuente: http://www.reflexionesparaelalma.net/page/reflexiones/id/88/title/Clavos-y-Heridas