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Haría cualquier cosa por un hijo


Bill tenía dos hijos, Ben de veintisiete y Tom de treinta. Ambos estaban casados y tenían su propia familia. Los tres trabajaban juntos y vivían bien, pero quien realmente hacía todo era Bill, sus hijos llegaban a cualquier hora, y no se ocupaban del negocio. Su mayor preocupación era la relación entre ellos, se trataban muy mal, peor que enemigos, y sabiendo de su sufrimiento, sus hijos no cambiaban su actitud.

Un día Ben y Tom recibieron una noticia terrible, sus padres habían muerto en Brasil. Había explotado la lancha en la que paseaban.


A pesar del sufrimiento, debían seguir adelante. Al principio fue duro y cometieron errores, pero pasaban los meses, el negocio iba en buen camino, y su dedicación era total. También su relación había cambiado totalmente, se apoyaban y ayudaban entre sí como si Bill desde el cielo los estaría guiando.


Habían pasado poco más de seis meses cuando una mañana temprano estaban los dos hermanos desayunando en el negocio. Y Ben le dijo:

- Si nos viera el viejo, que feliz estaría.

De golpe se abrió la puerta, entro Bill y dijo:

- Yo doy mi vida por ustedes, pero tenía que morir para que asuman sus responsabilidades y se quieran como hermanos.

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